-Buenos
días. Hoy, compañeros, no os he reunido para hablar de una huelga.
¿No?
¿Por eso está ella aquí?
-Sí.
Creo que le deberíamos permitir que asistiera a esta reunión, que también es
importante para ella.
Sí,
vale... Está bien... De acuerdo -los gritos suenan desiguales.
Gracias, digo, y me vuelvo a
sentar en mi sillita apartada.
-Como
decía, compañeros, estamos aquí por una noticia muy alegre. Hoy, nueve de abril
de dos mil trece, Retales cumple un
año de vida.
¡Bien!
¡Bravo! ¡Yuju! ¿Hay tarta?
-Es
un día grande -la pequeña figura se crece en el atril- muy grande, sobre todo
por nosotros, los personajes de los cuentos. Debemos... -carraspea- en fin,
debemos dar gracias a los lectores de la página, que ya pasan de los tres mil
seiscientos. Pero no demasiadas, -añade ante las caras del público- ya que los
importantes somos nosotros y ellos son sólo algo circunstancial, por supuesto.
¡Así
se habla! ¡Bien dicho!
-A
usted -se dirige a mí- la hemos invitado porque entendemos que también querrá
celebrarlo, aunque por supuesto no le permitiremos quedarse en toda la fiesta.
-Todos asienten. Bien dicho, se oye-. Le avisamos también que no sabemos cuando
volveremos al trabajo, ya que desde hoy proclamamos una semana intensa de
fiesta, con mucha comida y mucho alcohol.
Los
vítores apenas le dejan continuar. Las figurillas comienzan a danzar entre los
árboles.
-¡Que
empiece la fiesta! -le oigo entre los gritos- ¡Feliz cumpleaños!
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