...aquel restaurante? El que
se ve entre las montañas que parece que flota sobre la niebla. Ese de tejados
de plomo y ventanas de piedra. En ese restaurante se habla con voz áspera y se
tose con frecuencia. A los niños, escúchame bien, les crece barba cuando
entran.
Una
señora entra vendiendo tortugas secas.
-¡Un
café, por favor!
-¿Sal?
-¡Gracias!
Un
hombre de barba rubia se inclina sobre la barra.
-Una
copa de alcohol 96º. Sin diluir.
El
sonido duro y monótono de la lija sobre la madera acompaña a un cantante sin
voz que escupe palabras al micrófono.
-Y
de comer, ¿no quiere nada? Hoy tengo raspas de sardina y aire de motor. ¡Ah! Y
tengo unas ortigas...
-¿Con
espinas?
-Naturales,
de la tierra.
-Pues
póngame una tapa. Tiene usted el bar más repugnante de la zona.
-Con
clientes como usted, que saben apreciar lo bueno, da gusto servir aquí, oiga.
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