Dos semanas


La Luna se había aliado con ellos. Aquella noche se encogió en el cielo hasta convertirse apenas en una uña luminosa. En un claro del bosque se reunían varias figuras. Una de ellas, pequeña, trepó por las patas de una silla hasta encaramarse al respaldo:

-¡Compañeros! ¡Esto es una vergüenza! ¡Es intolerable, es inaudito! ¡Es inadmisible! ¡Es...es! ¡es inadmisible!

Todos aplaudieron, ¡bravo, bravo!, ¡así se habla! 

-Trabajamos todos los días, sin más sueldo que sus rabietas e insultos, ¡sin importar domingos, ni festividades locales ni nacionales ni nada! Y tiene la cara de andar todo el día fuera. 

-¡A saber lo que hará! -gritó uno. 

-¡Eso, eso! -gritó otro- y a las dos de la mañana nos levanta y nos pone a trabajar. ¡Yo no puedo más! 

-¡Ni yo! -corearon todos. 

-¡No podemos más! -la diminuta figura elevó la voz entre el barullo-. Y yo os digo, personajes de los cuentos, compañeros, ¿vamos a permitir esto? ¿vamos a permitírselo? 

Todos gritaron más, ¡no, no, no! 

-Entonces, ¡a la huelga! ¡a la huelga! 


Y así fue como el blog quedó cerrado dos semanas. Después las partes se sentaron y negociaron, pero eso ya es muy aburrido para contarlo.

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